viernes, 23 de mayo de 2008

La tierra entre tus manos...o la vida en manos de la tierra

Al leer la crónica de Rolfo Walsh sobre su visita a una comunidad japonesa en la característica tierra colorada de Misiones, una sucesión de imágenes en mi mente se asociaron con el proceso que vivieron los miembros de dicha colonia.



La expectativa de una vida mejor movilizó el traslado de campesinos japoneses desde su país de origen a las tierras de una Argentina que prometia un futuro próspero a alcanzar con voluntad, esmero y trabajo.



Pero aunque dichas cualidades fueron asumidas, los trabajadores solo vieron el fracaso como producto de su labor, pues nadie refirió las adversidades del terreno para las plantaciones que realizaron y por supuesto la escasa y dificultosa cosecha posterior.


En este contexto, las familias japonesas manifiestan el anhelo de alcanzar la vida a la que aspiraban cuando el proyecto fracasado en acción era todavía eso...solo un proyecto. Ahora todo futuro se presenta mejor cuando piensan en dejar el lugar y comenzar de nuevo, no solo por ellos mismo, sino también, en este nuevo desafío se juegan las expectativas de las nuevas generaciones, cuyas vidas hecharon raices en las tierras coloradas que abrigaron los sueños de sus padres.


Las expectativas y deseos que fueron el motor para iniciar el viaje de la comunidad japonesa a los pueblos de Misiones, aún resuenan en sus vidas, haciendo que el pasado se hiciera presente en el proyecto de un nuevo mañana.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Reflexiones sobre el viaje: Martín Caparros


“El relato de un viaje, el ínfimo fragmento de una vida”
Esta frase me hace pensar en el viaje como aquel ingrediente escencial, pero que puede utilizarse a gusto, en una receta de cocina; pues el viaje cambia el sabor de la vida en su justa medida.


“Viajar para contarlo: el temor de que ya no pueda viajar sin la excusa de un relato futuro”
Hay viajes cotidianos, otros extrordinarios.
Realizamos viajes solos o acompañados, por elección o porque las circunstancias así lo determinan.
Recorremos distancias cortas, algunos viajes duran tan solo unos minutos; otros en cambio, son tan prolongados que nos obligan, casi compulsivamente, a recurrir a todo tipo de entretenimientos, desde una película y la clásica sopa de letras, hasta descubrir si algún auto tiene patente en términación CQC.
Aveces los viajes nos conducen a lugares que por su particularidad y rereza, nos dejan perplejos. Como así también, en ocasiones no registramos el camino transitado, pues se nos ha vuelto rutinario y aburrido.
Los viajes nos dan la oportunidad de conocer a personas nuevas, con quienes tal vez solo establezcamos una relación eventual; o todo lo contrario, perdurará en el tiempo y la amistad se encargará de burlar la distancia que nos separa.
Por todo esto, y mucho más, siento la imposibilidad de obviar un relato sobre los viajes realizados, que tal vez haga el intento de registrar lo más fielmente posible o tan solo quede en anécdota al compartir con mis compañeros la azaña para llegar al trabajo, o en el reencuentro con amigos, o en la cena familiar al final del día, o conversando con alguien descubrir que coincidimos en el lugar y tiempo de vacaciones.


“El viaje provee la tranquilidad de actuar en un teatro ajeno, donde uno se juega, con los tiempos acotados de antemano: el placer infinito de suponerse otro, de descansar de sí mismo por un tiempo previsto”
Me gusta pensar en el viaje como la posibilidad de liberación, de superar limitaciones, de desestructurar conductas, especialmente cuando implica tomar distancia de los lugares habituales, de las caras reiteradas, de los sonidos a los que mis oidos ya no escuchan porque se han acostumbrado, de los caminos marcados por ser transitados tantas veces.
Creo que cuando viajamos nos permitimos pasear por la avenida principal usando el pantalón con el que no saldríamos en nuestro lugar de origen; comemos distinto, cambiamos los horarios y hasta nuestras preferencias; gastamos dinero, no lo invertimos; entablamos conversaciones e intercambiamos miradas cómplices con personas ue aunque nunca habíamos visto antes nos parece conocer desde siempre; no lamentamos haber olvidado el paraguas si llueve, ya que pronto encontramos refugio en comercios, el cine, o corremos por las calles.
En definitiva, considero al viaje como un medio para transformarnos a nosotros mismos en actores representando nuestra vida, solo que en otro escenario, y eso ya implica ser otros.


“El tiempo, entonces, se estira suavemente o se contrae, pierde esa majestad de mármol que es su bien más monstruoso: se hace ligeramente falible”
“El viajero es siempre un condenado, y el tiempo y su desliz se vuelven aún más angustiosos y aparece – se me aparece – la obligación de aprovechar a ultranza todos los momentos”
“Y lo que debe ser disfrutado es, sospecho, menos lo novedoso que lo irrepetible: el espacio se arma de la calidad más artera del tiempo y se vuelve, también fugitivo, perdido al encontrarlo”
El tiempo es siempre nuestra prisión. En los viajes, marca un inicio y un final, aunque admite improvisaciones en más de una ocasión.
Durante el viaje el tiempo se transforma. Adopta un disfraz diferente para cada acontecimiento vivido. Por momentos se torna veloz, para luego casi detenerse, o viceversa.
Lo cierto es que nuestro estado de ánimo, las adversidades o placeres que percibimos durante nuestro viaje, condicionan a los ojos que observan detenidamente girar a las agujas del reloj o que las olvidan.
El viajero se ve en una paradoja constante, entre dejar que el tiempo imponga su curso o imponerse a tratar de controlarlo, en el intento de atrapar y registrar cada momento, que no se escurra por entre sus manos lo vivido, tratando de conservar lo único e irrepetible que suceda durante el viaje. Pero también, el viajero corre el riesgo de perderse lo acontecido en la fasinación por el transcurrir del tiempo.

lunes, 5 de mayo de 2008

¿Cómo se llama la obra?...El humo ( y no es chiste )


Primer acto: Mientras dormias

Ocho de la mañana. Anuncio de tren con demora ( sacando cálculos, implica cancelación del servicio ). Avalancha para subir al colectivo. Muchos de nosotros queremos evitar perder una vez más el presentismo en el trabajo. En la radio el locutor recomienda circular con precaución por visibilidad reducida dado que la cuidad amaneció una vez más inmersa en humo, y como si faltara algo, estamos rodeados por neblina. Los efectos del humo se reflejan en las caras de los pasajeros: ojos irritados, pañuelos como elementos escenciales para contener los fluidos nasales, y el barbijo es el nuevo accesorio de moda por estos dias. Un bebe duerme en brazos de su mamá, arropado y sumergido en un sueño que lo abstrae de todo lo que yo percibo en este "micromundo" del colectivo.


Segundo acto: "Buenos Aires en llamas" suena en mis oidos

Es tarde, vuelvo de la facu. Alguien en la radio hace referencia a las molestias que causa el humo desde hace dias y dice "me inspiré, loco" y pide el tema de Attaque 77...nunca mejor programado.


Tercer acto: Me parece que se está quemando algo

Se horneaba una tarta de jamón y queso en la cocina. Mientras conversábamos en el living con mi mamá y mi hermana rodeadas del humo que ya era casi familiar y pasaba inadvertido, comenzamos a sentir olor a quemado. El recipiente que contenía la tarta perdía aceite. Muy pronto la cocina fue un caos.


Cuarto acto: Algún día sabremos la verdad

Explicaciones sobre las razones del humo en la ciudad: en el Tigre están aplicando un nuevo químico "no tóxico" contra la invasión de garrapatas que afecta al área; la quema de pastizales es una técnica ancestral aplicada por los hombres de campo para eliminar las malezas y así obtener una mejor cosecha; los focos de incendio intencionales están fuera de control por la cantidad de ellos dispersos en distintas zonas...


Quinto acto: Y la ciudad donde está

En los pasillos del hospital donde trabajo...en las aulas de la facu...en las calles...en el anden del subte...mires donde mires...hay humo...cuando volveremos a ver con nitidez la oscura ciudad